Maus trata un tema duro:
el exterminio judío por parte de la
Alemania nazi. Lo hace de forma casi documental, recogiendo
los recuerdos de un superviviente que, en ningún caso, de ahí la madurez del
relato, tiene la consideración de un héroe. Art Spiegelman lo hace además
transformando a los humanos en animales. Si siempre esta humanización de los
animales se había hecho desde la ingenuidad, aquí toma este recurso tradicional
para un relato muy crudo. Sin embargo, no deja de llamar la atención que diseñando
un animal distinto para cada pueblo (judíos-ratones, alemanes-gatos, etc) no
haga sino subrayar la diferencia racial en la que creían los nazis.
El éxito de Maus fue tal
que consiguió el premio Pulitzer en 1992, lo que hizo posible que muchas
personas se acercaran por primera vez al género del cómic. No obstante, para
distinguir este tipo de obra y otras semejantes, se ha venido en llamar a estas
como “novelas gráficas”, modo en el que pretenciosamente se quiere
distinguir de los cómics clásicos que para algunos resultan más banales.
Jose Manuel Corchero
Cerrón
Maus es, a mi parecer, una obra valiente y tremendamente original a la par que sincera. Su autor, Art Spiegelman, hijo de un superviviente del holocausto que logró huir de los horrores de los campos de concentración nazis, narra ese terrible periplo a través de una reinvención de la fábula clásica (como también hiciera George Orwell en su "Rebelión en la granja"), donde aparecen ratones, gatos, perros y cerdos, pero donde siempre se entrevé la complejidad de la condición humana (tanto en la historia del padre como en la del hijo, el autor de este comic estremecedor). Art Spiegelman, autor independiente que ya había publicado algunas obras de estilo underground, realizó esta demoledora e imprecindible obra desde 1973 hasta 1991, dieciocho años nada menos, para mostrarnos un pedazo de una de las épocas más terribles y ominosas de la Historia.
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