La primera vez que
escuché el nombre “Corto Maltés” fue a través de la voz de Kim Basinger en su
diálogo con Michael Keaton en el gótico “Batman” de Tim Burton. En mi inocencia
de nueve años pensé que se tratara, efectivamente, de un país que había sido
retratado por el personaje Vichy Vale durante su guerra civil. No podía estar
más infantilmente equivocado. Se trataba de una referencia de culto, un
homenaje, del director de “Eduardo, Manos de Tijera” al marino creado por un
perdurable autor como Hugo Pratt.
Años más tarde, ya
en el instituto, he podido saber quién era este personaje en una clase de
lengua, por la mano de mi profesor Manuel (a quien debo alguna, quizás,
vocación docente). Lo conocí junto a Rasputín, un villano que sal de la
historia real y se cruza de una manera peculiar en el mundo de los “fumetti”
(cómics en italiano).
Pero, mi devoción a
este marino, de filosofía etéreamente pragmática, empezó más tarde, en una
tarde de verano en que me perdí en una librería de mi ciudad y me compré el que
considero el mejor álbum de Pratt: “Las Célticas” (“As Célticas” en portugués).
Esta obra de 1971
recopila cuatro historietas que viajan a través de momentos y figuras
importantes del siglo XX.
En “Concierto en do
menor para arpa y nitroglicerina”, Corto se cruza con una mujer llamada Banshee
en una Irlanda del Sinn Fein marcada por la lucha armada por la independencia.
En el ambiente
céltico de la llanura de Salisbury se cuenta “El sueño de una mañana de
invierno” que nos lleva a la cuarta, y mi favorita, historieta: “Vinos de
Borgoña y rosas de la picardía”. Aquí, el lector se encuentra con una
hipotética y humiorística muerte del famoso aviador alemán conocido como “Barón
Rojo”, con quien compato fecha de nacimento. Esas curiosidades que son tan
interesantes como inútiles.
El álbum culmina
con “En el tinglado de la antigua farsa”, donde Corte Maltés vuelve a
encontrarse con Cain, un personaje que salió por primera vez en “La balada del
mar salado”.
Además de las
historias que me son más que pequeños placeres para mí, siempre recordaré la
viñeta en la que Corto está tumbado en la playa, contemplando su horizonte, algo
que siento también como una viñeta de mi vida.
Luis Leal
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