El Incal. ¿El
Incal? Sí. Ese fue mi primer pensamiento al oír hablar sobre esta obra mítica
de Jodorowsky y Moebius. La única referencia que tenía de este cómic – saga era por
sus autores: Jodorowsky, creador polifacético que reúne en su trayectoria labores
de narrador, ensayista, cineasta, guionista de cómics, mimo y psicomago;
Moebius, alter ego de Jean Giraud en sus obras más personales
y experimentales, dibujante de “Blueberry” (con guiones de Charlier) y autor de obras tan sorprendentes como “El garaje
hermético”. Esto promete, me dije cuando adquirí la edición integral de “El
Incal” publicado en España por Norma editorial.
En sus
primeras páginas, el protagonista de esta saga, John Difool, huye de unos perseguidores encapuchados que le acosan
hasta el extremo de arrojarlo desde un puente al abismo que conduce al lago de
ácido de Ciudad Pozo. Difool, un narizotas aparentemente alelado, miserable
detective de clase R, siempre acompañado por Deppo, su fiel gaviota de hormigón, trata de sobrellevar lo mejor
posible su existencia en un mundo futuro y caótico, gobernado por el despotismo
de una clase, los “aristos”, que subyugan a la población a base de una grosera
manipulación de la información, ofreciéndoles espectáculos televisados repletos
de una irracional violencia. Pero él vive sin pensar en esto ni en aquello: le
preocupa sólo tener sus ratos de esparcimiento y su ración de SPV para evadirse
de la realidad. ¿Qué sorpresa no se llevará el bueno de John Difool cuando se
vea envuelto en una intrincada maraña de acontecimientos que le llevarán a luchar
por la libertad y la armonía en ese lugar, en ese planeta y en la totalidad del
universo, a la vez que rebuscar en sí mismo para hallar su esencia auténtica?
¿Qué destaco
de esta obra? Un guión elaborado que ronda lo místico desde la perspectiva de
una desenfrenada aventura, con un gran sentido del ritmo y buenas dosis de
humor; un dibujo elegante, limpio y detallista, diferente a lo que había visto
hasta entonces. La lectura de esta obra supuso para mí un descubrimiento
importante: la potencialidad del cómic como medio de expresión artística, como
vehículo para la reflexión y, como no, para el entretenimiento.
Además, este
“El Incal” ha dado pie a diversas sagas muy conocidas y celebradas dentro del
cómic europeo, como “La casta de los Metabarones”, una precuela titulada “Antes
del Incal: las aventuras de John Difool”, o “Los Tecnopadres”.
¿Qué más
decir? Mejor os invito a su lectura.
Pablo Calvo
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